La cara oculta de la luna

Este poemario nace de una necesidad irrefrenable de hacer que la vida valga, de que nada se pierda. Es un esfuerzo por compartir lo que sucede en esos lugares donde la vida irrumpe estrepitosamente: en las salas de cuidados intensivos, en los largos amaneceres y ocasos tras las ventanas del hospital.

Nada aquí está escrito en vano. Escribir es una súplica constante, la necesidad de hallar respuestas, un modo de dar gracias y reconocer que siempre es Otro el que pone voz a mis palabras.  

Nos quejamos de las cosas pequeñas

porque las grandes no podemos mirarlas de frente.

Adornamos de flores y llenamos de canciones

lo que la mayoría ni siquiera sospecha, lo que no se nombra. 

¿Quién te dará un minuto de paz?

Quizás no lo sabes. Pero eres precioso a Sus ojos.

Y yo te regalo mis manos en este oficio de cuidar

que me ha sido regalado.

Sigue mirando pequeño, porque la vida es otra cosa.